Olabe ha querido sustituir la energía negativa, esto es, toda la tensión que indudablemente genera el bordear el abismo, por todo lo contrario, el afán de superarse y seguir adelante. Este loable planteamiento puede resultar balsámico para los jugadores del Almería que aún tienen ante sí en el horizonte varios partidos a los que hacer frente, siendo el del Sevilla, el más cercano en el horizonte.
Bajar los brazos es lo único que no está permitido porque el esfuerzo debe mantenerse hasta el último aliento, el equipo se lo debe a sí mismo y quiere hacerlo por su afición. La profesionalidad, la lealtad y la honestidad, valores tan necesarios y escasos hoy en día, son los pilares sobre los que el Almería debe cimentarse a sí mismo.
Para este encuentro Olabe no podrá contar con Juanma Ortiz, ya que el alicantino tiene que cumplir sanción, ni con Luna, que no puede jugar ante el Sevilla por una cláusula en el contrato de cesión del futbolista sevillista al Almería.
Llega una nueva oportunidad de buscar la portería contraria con descaro, valentía y con toda el alma porque bajo palos siempre queda la enorme tranquilidad de encontrar a porteros de calidad como Diego Alves y Esteban, siempre que éste ha tenido que entrar en acción.
El Almería tiene que cambiar el discurso, especialmente el interior, borrando de su mente cualquier resquicio de negatividad y suplirlo con ilusión y esperanza porque no debe olvidar que para llegar al cielo del fútbol ha contado con sus propias energías, las mismas que le han de devolver esa confianza que la fortuna y demás arbitrios se han empeñado en minar esta temporada lenta y progresivamente.
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